Una visita a los pinares del valle de Esteríbar fue bastante lamentable, el bosque está muy sucio de zarzas y arbustos y si a eso le añadimos que la noche había llovido el bosque estaba prácticamente intransitable con lo que el paseo micológico fue por las sendas y pequeñas áreas accesibles, sorprendentemente algo vimos.
La primera sorpresa es la aparición de bastantes setales de negrilla, Tricholoma terreum, en general pequeñas y recién salidas, aunque muy húmedas por las recientes lluvias.
Junto a ellas ejemplares dispersos de otro tipo de negrilla mucho más escamosa, incluso en el pie y con olor más fuerte y desagradable, aunque también comestible, Tricholoma squarrulosum.
Alguna pequeña muestra de Melanoleuca graminicola, muy delicadas, con sombrero y pie oscuro que contrastan con la blancura de las láminas. A primera vista pensamos en la seta de las piñas, Strobilurus, pero pie muy delicado y frágil y de coloración diferente.
También en los bordes de las pistas grupos numerosos de Lacrymaria lacrymabunda, muy deteriorados por el efecto de las lluvias.
Y por último destacaremos la especie que más nos llamó la atención, muy pequeña, saliendo entre la piedra del camino, aisladas, no en grupos y de una coloración amarilla bastante pronunciada (más incluso que lo que refleja la foto) incluyendo las láminas.
Pero lo que nos ha permitido definir la especie han sido los cistidios que presenta en las caras de las láminas, amarillentos al observarlos en potasa y en forma de biberón, crisocistidios. Son precisamente estos caracteres los que nos han llevado a una especie muy varible de coloraciones la Pholiota gummosa, que ordinariamente sale en grupos o ramilletes en el suelo y alcanza mayores dimensiones, pero no han exisitido condiciones favorables. La presecia de poro germinativo en las esporas y los crisocistidios la separan de otras especies afines del género.












