Como es lógico en esta temporada del año pocas especies de hongos encontramos a excepción de las típicas de ramas y tocones, lignícolas, las de excrementos y algunas dispersas, fundamentalmente en los prados, sin embargo ocasionalmente siempre que se pasea y se mira se puede encontrar algo interesante.
El Leccinellum lepidum, un hongo típico mediterráneo de carrascales y encinares que ordinariamente sale a finales de año, finas del otoño o incluso en pleno invierno, pero no es normal encontrarlo recién empezada la primavera.
En los claros de bosques frecuentados por el ganado si es normal encontrar en cualquier momento del año las senderuelas, Marasmius oreades, que siempre son excelentes para un buen plato o una simple tortilla.
E igualmente tampoco es raro encontrar en cualquier momento del año las urrilzizes pequeñas, Clitocybe gibba, una seta de gran valor culinario, como las plateras o urrilzizas, Infundibulicybe geotropa, con las que tienen un gran parecido, pero menos carnosas.
Y en ambiente parecido, pero mucho más lejos en la sierra de Lóquiz, es te interesante champiñón, el Agaricus bernardii, con sombrero blanco o crema, típicamente cuarteado con gruesas escamas, carne blanca y un poco enrojeciente en la base del pie, con olor algo desagradable con el tiempo.
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