En los pequeños claros que va dejando la nieve al deshelarse brotan con fuerza las pequeñas setas de la hojarasca y de la madera.
Al desaparecer la nieve estimula la fructificación de algunos hongos de las hojitas como es el caso del marasmio de las hojas de roble, Marasmius splachnoides..
Y junto al él otro muy parecido, pero de pie marrón y velloso, Crinipellis scabella.
Mucho más raro e interesante el Gymnopus hybridus, especie poco conocida y con frecuencia confundida con otras afines como el G. dryophylus o el G. peronatus.
Mucho más común encontramos la estrella de tierra higrométrica, Astraeus hygrometricus.
Los restos de bellotas en descomposición son un auténtico cultivo de Hymenoscyphus fructigenus en cuanto desaparece la nieve.
Y también sobre las ramitas despiertan muchos pequeños hongos como el Crepidotus variabilis.
La siempre presente Tremella mesenterica.
Y terminamos con la especie menos conocida y relativamente rara el Stereum rugosum.
La principal característica de este estéreo que lo diferencia de otros más comunes es que al partir y herirlo con una navaja desprende un líquido rojo como sangre.