Ante la sequía micológica que tenemos en estos momentos en casi todos los bosques y especialmente en los pinares de Pinus sylvestris, vamos a dedicar las observaciones de esta semana a un peculiar hongo que en estos momentos comienza a aparecer con fuerza en los pinares y uno de los hongos que deberíamos conocer y fomentar su expasión.
Aunque pequeño, el Cordyceps militaris resulta muy vistoso por su llamativo color anaranjado, amarillo anaranjado o rojizo que emerge aparentemente del suelo de la mayoría de nuestros pinares.
Si lo levantamos con cuidado nos sorprende ver que surge de crisálidas de mariposas, especialmente de la temible procesionaria. El Cordyceps militaris es uno de los pocos hongos muy interesantes para la lucha biológica, especialmente en un momento en que nuestro pinares se están llenando de la temibla palga de procesionaria con todos los problemas que con llevan tanto para el pinar como para la salud de las personas.
Forman pequeñas clávulas de unos poco centímetros de altura y no más de 5 a 10 mm de grosor en la extremidad que emergen de crisálidas u orugas enterradas de mariposas a las que atacan y matan.
Una observación detallada de la clávula nos muestra una superficie repleta de granulaciones o verrugas.
En un corte transversal de la clávula, vemos que cada una de esas verrugas en realidad es una pequeña cavidad ovoide que surge del interior de la clávula, son peritecios, las estructuras reproductoras de este hongo Ascomiceto.
Tomando con una aguja una de estas verrugas vemos que es una cavidad ovoidea, un peritecio, en cuyo interior se forman las simientes o esporas que saldrán por la apertura superior más intensamente teñida y que es la asoma en superficie.
Las paredes de estos peritecios son bastante consistentes y abren por una apertura apical, (derecha de la foto)
En su interior una masa de hilillos unidos a la base de la cavidad.
Si los coloreamos con rojo congo se aprecian mejor.
En realidad, todos esos finos hilillos son ascas sin parafisos o estructuras estériles que ayuden en la dispersión de las esporas.
Una observación más detallada y mejor tiñendolo todo con rojo congo, nos muestran las ascas con ocho esporas en su interior, muy largas, como hilos, y provistas de tabiques que saldrán en la madurez por el poro apical del asca.
Las esporas que se forman en su interior son como largas lombrices con numerosas tabiques, nada fáciles de observar.
La razón de ello es que muy tempranamente las esporas se rompen ya en el interior de las ascas en pequeñas células que en realidad se pueden considerar como esporas secundarias.

De manera que lo que salen de las ascas son más bien esporas secundarias, o trocitos de esporas lo que multiplica su capacidad de dispersión.
Las esporas muy largas, filamentosas y tabicadas, se parten en esporas secundarias.
El resultado es una multitud de esporas secundarias que son arrastradas por el agua, penetran en la tierra hasta donde están las orugas que se entierran y las crisálidas de las mariposas, de procesionaria y de otras especies, germinan e infectan a éstas y las matan.
El micelio del hongo desarrolla dentro de las orugas o de las crisálidas y vuelven a dar nuevas fructificaciones que producirán nuevas esporas y comienza de nuevo el ciclo.
Realmente son unos hongos que deberíamos conocer, cuidar y en la medida de los posible dispersar para ayudar a controlar la plaga de procesionaria que está deteriorando cada vez más nuestros pinares.