En la tónica de las últimas semanas, con nieve recien caída y temperaturas bajo cero casi todos los días, son muy pocas las especies carnosas de cierto porte que encontramos, eso hace desarrollar nuestra visión y fijarnos en otras especies que en otros momentos nos pasarían desapercibidas.
En los bordes de camino del pinar una típica seta de invierno,
Flammulina velutipes, una preciosa seta de pie afelpado, sombrero viscoso y láminas ocráceas claras, aunque su esporada es blanca.
Las ramas de los robles y pinos aparecen en muchos casos completamente envueltas de hongos en forma de costras, a simple vista todos parecen iguales pero si los observamos al microscopio la mayoría son diferentes y muchos nos sorprenden con sus estructuras como es el caso de éste,
Peniophora cinerea.Superficie tapizada de gruesos cistidios con terminación tapizada de cristalizaciones, tipo lamprocistidio.
También llama la atención por su colorido, los apotecios de
Sarcoscypha coccinea que surgen de pequeñas ramitas semienterradas.
Y por supuesto, tocones y troncos muy descompuestos son un verdadero cultivo de una gran variedad de Afiloforales como el
Stereum hirsum.O la Daedaleopsis nitida de grandes poros hexagonales que rara vez falta sobre troncos y ramas de Quercus.
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