Tras el paso de las inundaciones de hace unos días algunos hongos de ribera empiezan a fructificar, a continuación veremos las principales especies observadas.
Las más abundantes e interesantes las colmenillas de distintos tamaños y grados de maduración, aunque la mayor parte creemos que corresponden a la misma especie, Morchella esculenta.
Presentan cavidades irregulares, sin tabiques internos, de un color amarillo ocráceo, en algunos casos con leve enrojecimiento y un pie cilíndrico o ligeramente engrosado en la base.
En ocasiones salen en grupos y como vemos con cabezas redondeados, ovoideas o a veces casi cónicas, sobre todo en los primeros estadios.
Algunos autores diferencian la Morchella esculenta de Morchella vulgaris con caracteres no siempre fáciles de reconocer y existe una gran discrepancia en la identificación de algunas especies de este grupo.
La Disciotis venosa, o peciza venosa como su nombre indica tiene el aspecto de una gran peciza en forma de plato, amplio disco o copa muy deformada con superficie marcada de gruesas venas.
Muy relacionada con las morillas es como éstas comestible aunque bien cocinada y preferiblemente previa desecación.
Más común es la Helvella acetabula, cabacito otra peciza con forma de amplia copa u olla provista de un corto pie surcado de pliegues cortos que apenas llegan a la mitad de la copa.
Entre la hierba en los taludes el Agrocybe praecox, agrocibe primaveral cuyo aspecto recuerda mucho al de la seta de chopo con láminas café con leche claras, un anillo membranoso muy neto y una carne dura, de olor y sabor harinoso y perfectamente comestible.
Aunque sin duda para comestible los perretxikos o setas de primavera, Calocybe gambosa, que para nuestra grata sorpresa hemos encontrado en un pequeño setal al borde del río.
Entre la arena arrastrada en las riadas casi irreconocible el Inocybe fuscidula.
Diversos yesqueros sobre los troncos y ramas muertas y en descomposición que abundantemente se acumulan, entre ellos destacaremos Daedaleopsis confragosa, con himenio en poros muy alargados o casi láminas que enrojecen con la edad.
Y por último también sobre troncos muertos en descomposición de chopo destacaremos el Stereum ochraceoflavum, que a diferencia de la mayor parte de sus congéneres sus bordes apenas levantan de la madera y forma membranas adheridas al tronco que se sueltan con facilidad.