En los últimos 10 años observamos que los “rebozuelos o cantarelas”, Cantharellus cibarius/pallens, a excepción de los meses de finales de invierno y principios de primavera, marzo y abril, podemos observarlos y por tanto quiere decir que pueden fructificar en cualquier momento del año, aunque, lógicamente, con unos períodos de mayor producción de fructificaciones.
Se trata de un hongo que tiene una primera época de fructificación importante en junio y julio y tras un pequeño bajón en verano su momento más importante de fructificación lo tiene en los meses de septiembre y octubre.
En los últimos años el comportamiento de las fructificaciones de esta especie han sido los normales, con un pico en los meses de junio a julio, que en algún año como en 2020, fue muy importante y el fuerte de fructificación lo ha tenido en septiembre, a excepción del año 2020, más raro que tuvo una fructificación muy fuerte en junio y luego la segunda se retrasó a octubre y fue mucho más débil.
Sin embargo, en los últimos cuatro años (pendientes de los resultados del 2022) es muy evidente su expansión por todo el norte húmedo de Navarra, Baztán, Sumbilla y Bidasoa en general.
En una mirada más retrospectiva desde cuando tenemos datos vemos que con oscilaciones periódicas, en la última década correspondiéndose con las malas condiciones meteorológica la aparición de la especie ha sido mucho menor que en la década anterior
En el caso de esta especie constatamos un claro aumento del número de observaciones en los últimos años, superior a la media de los últimos 10 años, pero muy inferior a las de la anterior década, y aunque no tenemos pruebas científicas para demostrarlo, la percepción personal es que se trata de una de las pocas especies de la que hemos notado también un considerable aumento de la producción de carpóforos, se podría concluir que el cambio climático está favoreciendo el desarrollo, expansión y producción de esta especie.
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