jueves, 18 de agosto de 2022

Evolución ecológica del Cantharellus cibarius/pallens en la última década en la Comunidad Foral de Navarra

  


En los últimos 10 años observamos que los “rebozuelos o cantarelas”, Cantharellus cibarius/pallens, a excepción de los meses de finales de invierno y principios de primavera, marzo y abril, podemos observarlos y por tanto quiere decir que pueden fructificar en cualquier momento del año, aunque, lógicamente, con unos períodos de mayor producción de fructificaciones.

Se trata de un hongo que tiene una primera época de fructificación importante en junio y julio y tras un pequeño bajón en verano su momento más importante de fructificación lo tiene en los meses de septiembre y octubre.


En los últimos años el comportamiento de las fructificaciones de esta especie han sido los normales, con un pico en los meses de junio a julio, que en algún año como en 2020, fue muy importante y el fuerte de fructificación lo ha tenido en septiembre, a excepción del año 2020, más raro que tuvo una fructificación muy fuerte en junio y luego la segunda se retrasó a octubre y fue mucho más débil.

Observaciones 2013 a 2019

Si analizamos la distribución de la especies en los cinco primeros años de la última década vemos que los rebozuelos se observaban fundamentalmente en los hayedos de la zona Húmeda, desde Basaburúa a Erro y Esteríbar y muy ocasionalmente en zonas del Bidasoa y zona Media.

Observaciones en los años 2018 a 2022

Sin embargo, en los últimos cuatro años (pendientes de los resultados del 2022) es muy evidente su expansión por todo el norte húmedo de Navarra, Baztán, Sumbilla y Bidasoa en general.


Por último, si analizamos los datos de observaciones en la década anterior, de 2002 a 2012 parece claro que se trata de una especie muy frecuente en los valles Húmedos que también aparecía muy puntualmente en otras zonas dispersas de Navarra y en los últimos años se está exteniendo por todo el Baztán - Bidasoa y más rara en los Valles Pirenaicos, que vienen sufriendo una mayor sequía.



En una mirada más retrospectiva desde cuando tenemos datos vemos que con oscilaciones periódicas, en la última década correspondiéndose con las malas condiciones meteorológica la aparición de la especie ha sido mucho menor que en la década anterior

En el caso de esta especie constatamos un claro aumento del número de observaciones en los últimos años, superior a la media de los últimos 10 años, pero muy inferior a las de la anterior década, y aunque no tenemos pruebas científicas para demostrarlo, la percepción personal es que se trata de una de las pocas especies de la que hemos notado también un considerable aumento de la producción de carpóforos, se podría concluir que el cambio climático está favoreciendo el desarrollo, expansión y producción de esta especie.

 

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