Algunos de ellos presenta una carne que al partir enrojece de manera muy evidente, son los que se conocen como champiñones sangrantes o enrojecientes y todos son comestibles de mejor o pero calidad según su olor o sabor.
En los pinares y en general en los bosques de coníferas encontramos dos especies de gran valor culinario, el A. langei, con sombrero color avellana, marrón claro o marrón rosado.
Y el A. silvaticus que también lo encontramos en los bosques mediterráneos de carrasca o en bosques cadufolios, con pie bulboso y sombrero netamente escamoso y que actualmente se considera sinónimo del A. haemorrhoidarius que da nombre al grupo y de esporas de notable menor tamaño que el A. langei, < 6 micras..
El A. mediofusca también es de carne muy enrojeciente, pero de sombrero muy oscuro y mucho más rara.
El champiñón blanco enrojeciente, A. benesii, es muy característico porque recuerda mucho al hongo blanco de bosque, A. sylvicola, pero carece de su olor anisado y su carne enrojece con mucha intensidad al partir o manipular.
Con un sombrero más o menos recubierto de escamas fibrosas oscuras sobre un fondo claro y un olor desagradable que recuerda al A. xanthodermus, el raro A. impudicus que a diferencia de éste su carne enrojece al corte no de una manera intensa e inmediata, pero si lenta y netamente y a diferencia del xanthodermus este comestible.
Por último mencionaremos al A. lanipes, un raro champiñón que desprende un agradable olor anisado o de almendras amargas, sobre todo a nivel del pie al rascarlo, pero sin embargo su sombrero no amarillea al tocar y la carne enrojece lentamente al corte.